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De adentro hacia afuera

Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre. Marcos 7:15




Un tema que enfrentó en diversas ocasiones a los fariseos con Jesús fue la tradición.


Frotar unos cereales con la mano en sábado; comer sin purificar sus manos; dedicar objetos al servicio de Dios para evitar que otros puedan disfrutarlos; no tocar a un gentil ni comer con él… Muchas y diversas eran las tradiciones que hacían la religión farisaica difícil y dura de seguir.


A causa de sus tradiciones, eran guías ciegos (Mt. 23:16), que cerraban al pueblo la entrada al Reino de los Cielos (Mt. 23:13).


Lee Marcos 7:1-13 ¿Qué verdades relevantes son presentadas aquí?




Ellos habían colocado las tradiciones humanas por encima de la Palabra de Dios, lo cual era pecado.


¿Podemos honrar a Dios de boca pero nuestro corazón podría estar lejos de Dios? Leer Isaías 29:13


Verdadero Verdadero

Falso Falso


Al guardar las tradiciones y leyes humanas estamos pisoteando la ley de Dios - Leer Marcos 7:9


¿Manos limpias o corazón limpio?


Leer Marcos 7:14 al 19 ¿Qué quiso Jesús con su aseveración en el versículo 15?




La “carne santificada” (de un animal sacrificado), se volvía “inmunda” al ser tocada por alguien ritualmente inmundo (Hageo 2:12-13).


En la tradición farisaica, esto se extrapolaba a cualquier alimento (permitido por Levítico 11), y a cualquier persona, estuviese o no impura. La cuestión planteada no tenía nada que ver con los alimentos que se podían o no comer, sino con la manera en la que se comían (con las manos purificadas –lavadas– o sin purificar – inmundas).


Por eso, si no te lavabas las manos de una forma determinada, el alimento que comías era impuro. Pero Jesús dejó claro que un alimento limpio no se hace impuro por comerlo sin realizar el rito tradicional (Mr. 7:18-19).


Importante:


Si embargo, lo que realmente contamina a la persona es lo que tiene dentro. De nuestros deseos y pensamientos surgen nuestros pecados (Mr. 7:20-23).


¿Qué contamina a una persona, según Jesús? Leer Marcos 7:20-23




Podrías tener la teología correcta, pero ¿Quién posee completamente y en última instancia tu corazón?




La fe de la mujer sirofenicia - Marcos 7:24-30


24 Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse. 25 Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies. 26 La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. 27 Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. 28 Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. 29 Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. 30 Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama.


La mujer sirofenicia tenía fe en Dios


La mujer captó las pistas que Jesús dejaba en su mensaje, se aferró a ellas por fe, ¡y le ganó a Jesús la discusión! (Mr. 7:28).


¿Qué dice Hebreos 11:6 acerca de la Fe?




Leer Marcos 7:31 al 37 ¿Qué hizo Jesús por la persona?




Con sus acciones, Jesús le permitió a este hombre ejercer fe en que Él podía sanarle. Como resultado, muchos se maravillaron de Jesús (Mr. 7:35-37).


¿Qué desea Jesús de nosotros?


Jesús desea que tengamos nuestros oídos prestos a escuchar sus mensajes, y también para escuchar el clamor de aquellos que necesitan oír de nosotros una palabra oportuna.


Lee Marcos 8:11 al 13 ¿Qué postura de los fariseos desilusionó profundamente a Jesús?




Se negó a darles señal alguna. Nada podía convencer a los que no querían ser convencidos. Decepcionado, dejó la región, embarcándose con sus discípulos (Mr. 8:12-13).


Durante el trayecto, Jesús les habló de la “levadura de los fariseos”, es decir las enseñanzas y tradiciones que permeaban la religión y la corrompían (Mr. 8:15).


Para estudiar y meditar


“En todos los que están sometidos al adiestramiento de Dios debe revelarse una vida que no está en armonía con el mundo, sus costumbres o prácticas; y cada uno necesita tener una experiencia personal en la obtención de un conocimiento de la voluntad de Dios. Debemos oírlo individualmente hablarnos al corazón. Cuando todas las demás voces son acalladas, y en la quietud esperamos ante él, el silencio del alma hace más distinta la voz de Dios. Nos invita: ‘Estad quietos, y conoced que yo soy Dios’ (Sal. 46:10). Solo aquí puede encontrarse verdadero reposo. Y esta es la preparación eficaz para todo trabajo por realizar para Dios. En medio de la muchedumbre apresurada y la tensión de las intensas actividades de la vida, el alma que es así refrigerada quedará rodeada de una atmósfera de luz y de paz. La vida respirará fragancia, y revelará un poder divino que alcanzará los corazones de los hombres” (DTG 331).



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