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Misión en favor de los no alcanzados: Primera Parte

El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas. Hechos 17:24




Al describir lo que Pablo hizo en Atenas, Lucas escribió: “Así, razonaba en la sinagoga con los judíos y con otros piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían” (Hech. 17:17). Naturalmente, Pablo habría estado más cómodo trabajando entre los judíos, su propia carne y sangre. Pero el apóstol se negó a conformarse con trabajar únicamente entre los suyos. Había sido llamado a alcanzar a otros también. O Pablo podría haber trabajado solo con los gentiles “temerosos de Dios”, cuya visión del mundo ya había experimentado un cambio sustancial. Estos tenían una base bíblica sobre la que Pablo podía construir, aunque todavía necesitaran conocer al Dios a quien “temían”: Jesús, el Mesías.


Pero, no. Mientras estuvo en Atenas, una ciudad famosa por su filosofía, Pablo trató de llegar a la gente de allí también, que tenía un trasfondo y una cosmovisión radicalmente diferentes de la de los hebreos y su historia sagrada, que constituía el fundamento de la fe que Pablo quería enseñar a los atenienses. ¿Cómo trató Pablo de llegar a esa gente y qué podemos aprender de sus intentos?


Lee Hechos 17:1 al 16. ¿Cómo terminó Pablo en Atenas y cómo respondió a lo que encontró allí?




En la actualidad, nuestras ciudades siguen llenas de ídolos, aunque sean menos evidentes que los que vio Pablo. Y, por desgracia, muchos creyentes pueden pasearse tranquilamente por una ciudad sin reaccionar en lo más mínimo ante sus ídolos. Sin embargo, Pablo tenía suficiente sintonía con el Espíritu Santo como para responder. A diferencia de otros creyentes que aún no comprendían que el evangelio es para todo el mundo, Pablo sabía que Dios quería que los atenienses se salvaran junto con todos los demás. Comprendía que el concepto de misión global consistía en llevar el evangelio a los grupos de personas no alcanzadas de ninguna forma, incluyendo a los paganos idólatras, así como a los filósofos que atestaban las calles de Atenas.


Por lo tanto, Pablo frecuentaba el mercado, donde se encontraba esta gente. Podríamos decir que formó el primer Centro de Estudios de Misión Global, donde utilizó el mercado con el fin de estudiar y probar métodos para llegar al corazón y la mente de esos paganos.


Lee Hechos 17:18 al 21. ¿Cómo reaccionaron los paganos de la plaza ante las palabras y las preguntas de Pablo?




En Atenas, Pablo había esperado que el Espíritu Santo pudiera utilizar sus conocimientos y sus habilidades oratorias, que había adquirido en su educación con Gamaliel. Pero, en realidad, fue la educación de Pablo en las calles de Atenas lo que el Espíritu Santo pudo utilizar aún más. “Sus más sabios oyentes estaban asombrados al escuchar su razonamiento. Demostró que estaba familiarizado con sus obras de arte, su literatura y su religión” (Elena de White, Los hechos de los apóstoles, p. 195).


Lee Hechos 17:22 y 23. ¿Qué estaba haciendo Pablo aquí en su intento de alcanzar a estas personas con el evangelio?




Pablo estaba elogiando a los paganos. Su religión era errónea en todos los sentidos; sin embargo, Pablo elogió su devoción a ella, porque la devoción incluso a una espiritualidad errónea es más encomiable que no tener ningún interés espiritual.


Al describir su propio estudio de la religión ateniense, Pablo comunicó una actitud respetuosa hacia la gente. No se precipitaba como un autoproclamado experto con todas las respuestas sobre cómo tenía que cambiar la gente. En realidad, sí era un experto y tenía las respuestas que la gente necesitaba. Pero no se presentó de ese modo, pues de lo contrario lo habrían rechazado de plano. En cambio, lo percibieron como alguien que se preocupaba por la gente y deseaba su bien.


¿Qué método usó Pablo para captar la atención de los atenienses?




Desglosemos el discurso de Pablo en conceptos


📌Primeramente Pablo elogió su actual percepción espiritual y su sinceridad.


📌Luego, mostró que había estudiado sus creencias y que había encontrado algunas cosas que respetaba entre lo que había aprendido.


📌A continuación, les habló de una cosa en particular que había descubierto en el estudio de su religión y que ellos admitían que no entendían.


📌Después de eso, compartió el aspecto de Dios que sabía que necesitaban desesperadamente, que es el hecho de que Dios existe, y que los amaba y no estaba lejos.


📌Por último, al final de su discurso, Pablo pasó a advertirles lo que significa rechazar el conocimiento de este Dios que aún no conocían.


Lee Hechos 17:24 al 34. ¿Cómo continúa Pablo su testimonio?




Lucas describe las reacciones a las últimas palabras de Pablo sobre la resurrección. Algunos se burlaron de la idea; otros dijeron que querían que Pablo les volviera a hablar del asunto; y algunos creyeron. Lo clave en esta historia, en el marco de nuestro estudio, es que todos ellos realmente habían escuchado. Y esa era la esperanza de Pablo desde el principio.


Sabemos que algunos rechazarán el evangelio, pero debemos hacer todo lo posible para asegurarnos de que, antes de que lo rechacen, entiendan lo que están rechazando.


Desafíos para ti


En oración, pide a Dios que te guíe específicamente para saber cuál es la mejor manera de testificar a alguien que conoces.


Explora las redes sociales como un posible “Areópago”, para que presentes el evangelio a los no creyentes con la claridad y la discreción de Pablo.


Para estudiar y meditar


“Las palabras de Pablo contienen un tesoro de conocimiento para la iglesia. Estaba en una posición desde donde hubiera podido fácilmente decir algo que irritara a sus orgullosos oyentes y lo metiera en dificultades. Si su discurso hubiera sido un ataque directo contra sus dioses y los grandes hombres de la ciudad, habría estado expuesto a sufrir la suerte de Sócrates. Pero, con un tacto nacido del amor divino, apartó cuidadosamente sus mentes de las deidades paganas, y les reveló el Dios verdadero, que era desconocido para ellos” (Elena de White, Los hechos de los apóstoles, p. 198).



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