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Misión de favor de los necesitados

Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Mateo 25:40




A veces, Dios utiliza a otros para ayudarnos a nosotros, o nos usa a nosotros para ayudar a los demás. Al ayudar a los necesitados, estamos ejemplificando de forma práctica el ministerio de Jesucristo. En ocasiones, es fácil saber quién necesita ayuda; otras veces se hace difícil saberlo. En cualquier situación, somos llamados a ser ayudantes de Dios en favor de todos los necesitados, sin importar su origen. La Biblia nos anima a acercarnos a los desconocidos, y al ganarnos su confianza, podremos descubrir mejores maneras de ayudarlos a encontrar a Jesús.


La fe de los amigos


¿Que hicieron los hombres que llevaron a su amigo en un lecho para que Jesús lo viera y sanara? Lee Lucas 5:18-19




¿Jesús al ver la fe de los amigos del paralitico le perdono sus pecados? Lee Lucas 5:20


Verdadero Verdadero

Falso Falso


¿Que pensaban los fariseos y que hizo Jesús al respecto?




El mismo Jesús nos demuestra cómo ayudar a los desvalidos y nos llama a hacer lo mismo. Primeramente, nos hacemos amigos; después, conocemos sus necesidades; y, por último, los conducimos a Jesús, el único que puede ayudarlos. Esto es lo que hicieron los hombres de esta historia.


Solo el método de Cristo


¿Que hizo Jesús cuando vio al hombre enfermo? Lee Juan 5:5-6




¿Que hizo Jesús con el endemoniado de la sinagoga? Lee Marcos 1:25-26




El Salvador trataba con los hombres como quien deseaba hacerles bien. Les mostraba simpatía, atendía sus necesidades y se ganaba su confianza. Entonces les pedía: ‘Sígueme’” (El ministerio de curación, p. 102).


En primer lugar, debemos relacionarnos con los desvalidos, dedicar tiempo a conocerlos y comprender sus necesidades, con la intención de hacerles el bien.


En segundo lugar, debemos mostrar compasión.


El tercer paso es atender sus necesidades. Esto implica algo más que palabras. Hay que actuar para atender las necesidades de un amigo o de un desconocido.


El cuarto paso es ganarse su confianza.


El último paso es ayudarla a llegar hasta Jesús, un acto que requiere fe tanto de tu parte como de la persona a la que ayudas.


Refugiados e inmigrantes


En Mateo 2:13 y 14, Jesús mismo es un refugiado. Sus padres terrenales, José y María, se vieron obligados a huir de Belén por la noche y buscar refugio en Egipto para escapar de la mano asesina de Herodes.


¿Dios nos ordena que debemos odiar a los extranjeros? Lee Deuteronomio 10:19


Verdadero Verdadero

Falso Falso


¿Jehová guarda a los extranjeros? Lee Salmos 146:9


¿Cómo podemos suplir las necesidades de los inmigrantes y los refugiados? Es difícil porque, en algunos países, quizá no sea políticamente correcto mezclarse con estas personas o ayudarlas. Sin embargo, debemos hacer lo posible para atender a estas personas, que sin duda han pasado por momentos muy difíciles y necesitan nuestra ayuda. Así que, en la medida de nuestras posibilidades, debemos ayudar.


Ayudar a los que sufren


¿Qué acciones vino a hacer Jesús con las personas de este mundo? Lee Lucas 4:18




Dios nos llama a satisfacer las necesidades de todas las personas, aunque no sepamos cuándo aceptarán a Jesús, o si lo harán. Aunque ganarlos para Jesús es el fundamento de nuestra misión, necesitamos ayudar a los necesitados simplemente porque necesitan ayuda. Los ayudamos porque hemos aceptado a Jesús como nuestro Señor, y eso es lo que él nos llama a hacer.


¿Qué nos manda a hacer Jesús por los necesitados? Lee Mateo 25:35-36




Mayor amor


Como todos conocemos sobradamente, las necesidades nunca se acaban. Si estás dispuesto a ayudar a los demás, tendrás muchas oportunidades. Ya sean amigos cercanos o refugiados lejanos, la gente tiene necesidades, y debemos hacer lo que podamos, cuando podamos, para ayudar.


¿Que hizo Dios por amor a nosotros para que podamos ser salvos? Lee Juan 3:16




¿Cuál es el mayor acto de amor que uno pueda tener por un amigo? Juan 15:13




Para estudiar y meditar


“Los hombres y las mujeres no cumplen el designio de Dios cuando se limitan a expresar afecto por su propio círculo familiar [...] mientras excluyen de su amor a aquellos a quienes podrían consolar y bendecir al aliviar sus necesidades. [...] “Cuando el Señor nos pide que hagamos el bien a los demás fuera de nuestro hogar, no quiere decir que nuestro afecto por el hogar disminuirá, y que amaremos menos a nuestros familiares o a nuestro país porque él desee que ampliemos nuestra solidaridad. Pero no debemos confinar nuestro afecto y simpatía entre cuatro paredes, y retener la bendición que Dios nos ha dado de modo que los demás no se beneficien de esta bendición junto con nosotros ni la disfruten” (Elena de White, The Advent Review and Sabbath Herald, 15 de octubre de 1895).


La responsabilidad que recibimos de ser una bendición para los que están fuera de nuestra zona de confort, ya sean de otra cultura o simplemente personas vulnerables, es un mandato innegociable del mismo Jesucristo (Hechos 1:8; Marcos 11:17)



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