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El llamado a estar firmes

“Por lo demás, hermanos míos, fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza. Vístanse de toda la armadura de Dios, para que puedan estar firmes contra las artimañas del diablo” (Efe. 6:10, 11).




Con ojos irritados, el siervo sale a los tropezones de su recámara y ve un espectáculo alarmante: un ejército grande, bien pertrechado y hostil, con “gente de a caballo y carros”. Al hablar al profeta Eliseo, balbucea la noticia, junto con una pregunta agobiante: “¡Señor mío! ¿Qué haremos?”


Eliseo responde: “No temas; porque más están con nosotros que con ellos”; una respuesta que no hace eco en el rostro del siervo. Eliseo le pide que se acerque, y ora por él: “ ‘Te ruego, Señor, que abras sus ojos para que vea’ ”. La oración del profeta recibe una respuesta inmediata. El siervo vuelve a subir por la escalinata de la muralla, pero esta vez se descorre el velo entre lo visible y lo invisible. Ahora no ve un ejército, sino dos. “El Señor abrió los ojos del criado, y vio el monte lleno de gente de a caballo y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (2 Rey. 6:15–17).


Terminología de batalla


¿Cómo nos fortalecemos los hijos de Dios? Lee Efesios 6:10




¿Qué hacía o les decía el sacerdote a los israelitas antes de la batalla? Lee Deuteronomio 20:2-4




¿Será que Dios pelea la batalla por nosotros? Lee Deuteronomio 20:4


Verdadero Verdadero

Falso Falso


Hallar fortaleza en Cristo


¿Qué les pide Pablo a los creyentes sobre su mentalidad? Lee Efesios 4:17




¿Porque ya no deben estar los creyentes en la vanidad de sus mentes? Lee Efesios 5:8




El poder que debe exhibir la iglesia no es inherente a los creyentes, sino que deriva del Señor, de Cristo. Pablo resume aquí un tema importante de la carta: el poder de Dios compartido con los creyentes (Efe. 1:19–22; 2:4–6; 3:16, 17). La fuerza para cada conflicto actual y futuro se encuentra en la solidaridad de los creyentes con el Cristo resucitado y exaltado.


El conflicto de los siglos en las cartas de Pablo


¿Por qué Pablo nos invita a levantarnos del sueño según el contexto bíblico? Lee Romanos 13:11




¿Dios nos llama a estar dormidos espiritualmente? Lee 1 Tesalonicenses 5:6


¿Nuestras armas son carnales para destruir a otros seres humanos? Lee 2 Corintios 10:4


Verdadero Verdadero

Falso Falso


De pie en el antiguo campo de batalla


El momento clave de una batalla en la antigüedad se daba en la segunda de estas tres acciones, cuando las dos catervas opuestas chocaban entre sí, en “una terrible cacofonía de bronce, madera y carne, todo aplastado”, a la que el antiguo autor Jenofonte hace referencia como ese “espantoso choque” (Victor Davis Hanson, The Western Way of War [Nueva York: Oxford University Press, 1989], pp. 152, 153). Mantenerse firmes, defender la posición en ese momento estratégico, era el gran desafío de la batalla en la antigüedad. En el combate cuerpo a cuerpo que se producía, cada bando buscaba impulso para “el empujón”.


¿Qué cosas quería escuchar Pablo sobre los creyentes seguidores de Jesús? Lee Filipenses 1:27




¿Vestir toda la armadura de Dios nos hará soportar los días maslos y estar firmes? Lee Efesios 6:13


Lucha contra los poderes del mal


¿Contra que poderes es la batalla que luchamos los cristianos? Lee Efesios 6:12




¿Dios aplastara a Satanás en breve? Lee Romanos 16:20


¿En la segunda venida de Cristo suprimirá todo dominio, autoridad y potencia de este mundo? Lee 1 Corintios 15:23-24


Verdadero Verdadero

Falso Falso


Para estudiar y meditar


Nuestra obra es agresiva y, como fieles soldados de Jesús, debemos llevar el estandarte ensangrentado hasta las mismas fortalezas del enemigo. ‘No tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de este mundo de tinieblas, contra malos espíritus de los aires’.


Si consentimos en deponer nuestras armas, en bajar el estandarte ensangrentado, en convertirnos en cautivos y siervos de Satanás, podríamos librarnos del conflicto y del sufrimiento. Pero esta paz sólo se obtendrá a costa de la pérdida de Cristo y del Cielo. No podemos aceptar la paz bajo esas condiciones. Que haya guerra, guerra, hasta el fin de la historia de la Tierra, en vez de paz debido a la apostasía y el pecado. (Elena de White, The Review and Herald, 8/5/1888).



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